La Puccia alla Tajedda es un producto típico de la tradición culinaria de Pulsano, símbolo de la cultura local y de la valorización territorial. La etimología es incierta: el debate abierto atormenta incluso a la Academia de la Lengua Italiana (Accademia della Crusca), pero la conclusión más acertada sugerida por el diccionario indicaría que el término "puccia" proviene del latín buccĕlla(m), un tipo de "pan pobre", mientras que el término "tajedda" se refiere al dialecto de Pulsano que significa "bandeja". El vínculo con la "tajedda" no solo está en la etimología, sino también en la historia familiar: en un contexto histórico en el que escaseaban los hornos para cocinar los alimentos, la bandeja representaba la familia, cada uno llevaba la suya al horno más cercano para poder cocinar la puccia.
En una economía principalmente basada en el sector primario, es decir, una economía agrícola dedicada al cultivo de viñedos para el Primitivo de Manduria, los largos días en los campos requerían mucho tiempo y energía. Para recuperarlos, los campesinos necesitaban una comida sustanciosa y económica: la puccia alla tajedda se configuraba como el justo equilibrio. La receta se ha transmitido oralmente de generación en generación, por lo que no existe una única versión. En general, los ingredientes clave para identificar el producto son las cebollas o "sponsali", aceitunas "celline", tomates, alcaparras, aceite de oliva virgen extra local; y el procedimiento correspondiente: una masa estrictamente cerrada sobre sí misma.
La conexión que este producto típico tiene con su territorio de origen permite apreciar su historia, la autenticidad de los ingredientes y resaltar la importancia de los recursos locales, necesarios y específicos en el proceso productivo y transformador del producto. La Puccia alla Tajedda es el relato de generaciones que han contribuido con su trabajo a la fama del pueblo, al desarrollo económico de la actividad agrícola, y que se manifiesta en el uso de sus recursos territoriales. La combinación de todos estos aspectos permite al consumidor convertirse en portador de un patrimonio culinario para transmitir y promocionar más allá del lugar de origen, generando una corriente positiva de calidad del producto que no solo conserva la característica de ser "típico" sino que adquiere la de "bien identificativo".